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¿Cómo hago para habitar con el otro desde el otro y que el otro habite en mí, desde mí?

 

Las crisis matrimoniales es uno de los más habituales y preocupantes problemas del ser humano, detrás de una pareja hay una familia núcleo de nuestra sociedad.

Estas crisis causan  estrés, depresión, ensimismamiento, baja autoestima, desgaste, etc.

Es increíble que generalmente los problemas de la pareja estén condicionados por factores externos, tales como; dinero, trabajo, horarios, cansancio, etc. Esto incide en que se vayan gastando los puentes de comunicación, que las actitudes sean negativas e incluso que dejemos de ver al otro del cual en algún maravilloso momento nos enamoramos.

Perdemos la conexión, la amistad, el sexo, la vitalidad. Sin embargo en la gran mayoría de los casos se puede retomar aquella conexión y juntos rehacer los puentes de comunicación. Nace la desconfianza, los celos, la inseguridad y con ellos las descalificaciones, la falta de deseo, la angustia, etc. Terminamos culpando al otro, cuando muchas veces la responsabilidad es de ambos.

Muchas veces olvidamos aquella ternura, comprensión, admiración, ese dar y recibir amor, que mantenemos en el noviazgo o pololeo, olvidamos verbalizar aquello que nos molesta, como lo que nos gusta del otro, dejamos de decir “te amo”, “te extraño”, empezamos de a poco a reconocer y darle mayor importancia a los errores o defectos que vemos en el otro y aquellos que se proyectan en uno. Nos imponemos, nos cerramos internamente y creemos que nuestra verdad es absoluta, olvidamos escuchar, empatizar, perdemos el respeto, desconocemos y nos deja de interesar el misterio en el otro e incluso muchas veces inconcientemente manipulamos en nuestro beneficio.

Los seres humanos somos flexibles y nos adaptamos a los cambios, pero actualmente no se da el espacio interno y externo para crear conciencia respecto a estos factores.

Una crisis de pareja siempre es detonante de una mala relación sexual, de frustraciones, de la falta de ilusiones, de la desesperación, de los deseos exagerados de control, de la baja autoestima, y son detonadores de depresión y ansiedad, que surgen de los efectos de una mal encaminada lucha por el poder al interior de la pareja.

Una pareja siempre está formada por dos seres, por lo tanto por dos mundos totalmente distintos, aquella construcción desde las diferencias es el milagro en el día a día. El acoplamiento de estos dos mundos y el desarrollo de las emociones dentro de esta nueva creación dan paso a fuentes de conflictos que en muchas ocasiones son posibilidades de innovación y de regeneración.

Las flores te ayudan a descubrir que es lo que bloquea en ti este sentimiento natural y real, aquel anhelo muy poderoso del alma que nos lleva a la plenitud y a la autorrealización dando como resultado lo que tiene que ser sin fórceps ni factores externos.

 

“Lo conocido es lo habitual y lo habitual es lo más difícil de ‘reconocer’, es decir, de considerar como un problema y por consiguiente, como algo extraño, lejano, situado ‘fuera de nosotros”.

 

 

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