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Nuevos ciclos, nuevos vuelos

 

Una brizna, un frío, solo escuchas tu caminar y la complicidad de las hojas al caer dando vueltas llevadas por el susurro del viento, te detienes, escuchas, observas y visualizas, ante ti todos los mágicos cordones, el de plata, el umbilical, el ancestral, el crepuscular, respiras lentamente disfrutando cada mínima partícula de aire entrando y habitando tus poros, tus órganos, tu cuerpo,  eres parte del todo, sin embargo gran parte del todo está ocupado en los detalles, en ver de qué formas es su ombligo y a qué formas lo podrían cambiar, en comprar casas, autos, renovar los muebles, la ropa, en el futuro de los hijos, en las notas, en crecer y crear un lugar que los valide, comprendes que el todo muchas veces se desarrolla en lo terrenal, se esconde en el miedo, en las inseguridades, en el condicionamiento consentido, en buscar mejores oportunidades en cuanto a los recursos que se han consensuado por tantos años, sorprende vociferante el silencio, la película completa, los personajes, los posibles desenlaces, te dejas arrullar por la naturaleza, te entregas prístinamente, miras las copas de los arboles quienes se mecen con beneplácito, te acurrucas con la brizna, en la estirpe, cierras los ojos, abres los brazos y sobreviene el desgarrador aullido de loba protegido y amparado por la luna, la cabeza atrás, entonces adquiere más sentido que nunca amar a través de los otros, siendo válido el amar a través del uno, la hembra habita, despierta  y las maravillosas energéticas  vibraciones te penetran y persiste la no resistencia, la exposición,  el amor en su máxima expresión, el aprendizaje en la compañía y no el conflicto con los opuestos, comprendiendo y relajándote en las emociones que transitan, eh…. sabiendo que transitan y no que eres ellas, en fin, la alquimia del alma, abres los ojos permitiéndote sentir, sin miedo al miedo, sin pena por la tristeza, sin la embriaguez por la alegría, solo sintiendo fuerte y la luminosa obscuridad ciega, muda se abre paso, entra…… puedes seguir siendo tu, entonces ya sin miedo a perderte retomas el plácido y tranquilo tejido de las alas para emprender nuevos vuelos, aquellos que permiten seguir reencontrando, reencontrándote.     

 

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