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“La acción de estos remedios, es elevar las vibraciones de las personas y abrir sus canales al mundo espiritual. Los remedios florales curan, no porque ataquen la enfermedad, sino porque sintonizan nuestro cuerpo con las hermosas vibraciones de nuestra naturaleza superior. No existe verdadera curación excepto cuando hay un cambio de actitud, paz mental y felicidad interna”

 

 Edward Bach nació el 24 de septiembre de 1886 en Moseley, un pueblo situado a unos cinco kilómetros en las afueras de Birmingham, en Warwickshire. Desde pequeño sintió gran amor y atracción por los ríos y montañas de Gales, donde encontraría de adulto el primero de los 38 remedios florales y los principios que fundamentarían el nuevo sistema de medicina floral.

 

Estudió Medicina en la Universidad de Birmingham a la edad de 20 años. En 1912 recibió los diplomas que lo acreditaron como miembro del Colegio Real de Cirujanos y del Colegio Real de Médicos. En 1913 recibió el título de Bachiller en medicina y Bachiller en cirugía. Ejerció la medicina y también trabajó como patólogo, bacteriólogo, inmunólogo, homeópata e investigador.

 

Sin embargo sentía que la práctica y la observación eran para él la única manera de aprender. Tanto así que cuando le entregaron sus títulos exclamó: “Necesitaré cinco años para olvidar todo lo que me han enseñado”.

 

Instaló un consultorio cerca de Harley Street, donde pronto se hizo de gran cantidad de consultantes. Pero no se sentía satisfecho con los resultados, pues no siempre la salud de aquellos a quienes mejoraba se mantenía. Le parecía, de algún modo, que la Medicina moderna fracasaba y que se debía en gran medida a que los médicos dedicaban poco tiempo a estudiar a sus consultantes, estaban demasiado ocupados como para pensar en el aspecto humano y demasiado centrados en el aspecto corporal, lo que les hacía olvidar que los individuos no estaban construidos según una norma establecida.

 

Solía trabajar incesantemente, no permitiéndose descanso alguno, permanecía días y noches continuas trabajando, ganándose el apelativo de “la luz que nunca se acaba”, por la luz procedente de las ventanas de su laboratorio.

 

Su trabajo relacionado con la toxemia intestinal se publicó en revistas médicas del año 1920 Se sentía totalmente alentado con los resultados de su trabajo, logrando eliminar en gran medida la necesidad de drogas y dar esperanza a quienes habían perdido toda expectativa de recuperación.

 

A fines de 1928 renuncia al hospital, pero decide continuar con sus investigaciones sobre la toxemia intestinal, equipando un pequeño laboratorio en Nottingham Place, donde podía atender consultantes y proseguir simultáneamente con sus investigaciones.

 

En 1929 entra como patólogo y  bacteriólogo al hospital Homeopático de Londres (London Homeophatic Hospital), donde conoce el Organon y se deslumbra con los todos los descubrimientos que Hahnemann hiciera años antes.

“Refiriéndose a Hahnemann Bach expresó: “Una vez más su genio captó el hecho de que en la naturaleza podría encontrarse un número infinito de remedios para hacer frente a todas las necesidades que pudieran enfrentarse”.

 

Es allí donde elabora los llamados 7 Nosodes, a partir de los cuales crea vacunas orales con siete grupos bacterianos, correspondientes a siete tipos de personalidades (las que posteriormente serían los Siete Grupos Emocionales de las Flores de Bach.

 

Así fue, como a través de la observación, buscando una comprensión de la enfermedad misma, su causa y efecto sobre la mente y el cuerpo se dio cuenta de la íntima semejanza entre algunas personas, tanto que parecían ser de una misma familia. Sin embargo, según sus propias palabras:

“Desearía que fuera posible presentarles siete hierbas en lugar de siete grupos de bacterias, porque siempre parece haber cierta renuencia en la mente de muchos a usar cualquier cosa asociada a la enfermedad en el tratamiento de estados patológicos”.

 

A partir de entonces cada consultante fue minuciosamente observado, sus características, estados de ánimo, reacción a las enfermedades, posturas y costumbres, y con esos datos recetaba los nosodes correspondientes. Los resultados fueron tan alentadores que se sintió muy satisfecho con su intuición.

 

El comienzo de la Terapia Floral.

 

En el año 1928, un día, en Gales y obedeciendo a su intuición, dio con el hallazgo de dos plantas: Impatiens y Mimulus. Las llevó a Londres y las preparó de la misma manera que las vacunas orales, prescribiéndolas de acuerdo con la “personalidad del consultante”  y se encontró con resultados inmediatos y notorios. Ese mismo año encontró y potenció una tercera planta: Clematis. Siendo estos tres remedios los primeros de las 38 plantas de la medicina floral.

 

A fines de 1929, decide abandonar todos los demás métodos de tratamiento y utilizar únicamente estos tres remedios, mientras buscaba otras hierbas que se le sumaran. Abandona todo lo realizado hasta entonces (métodos científicos y artificiales) y retorna a la simplicidad de la Naturaleza. En el lapso de dos semanas reparte toda su clientela entre los amigos médicos y cierra su laboratorio. Quema todos los folletos y trabajos que había escrito y delega el término de la obra de los “7 Nosodes de Bach” a los amigos médicos que habían colaborado con él en los últimos años.

 

Nuevamente vuelve a Gales, esta vez esperando encontrar y preparar remedios a partir de las simples flores del campo.

 

El Dr. Bach plantea que “el Amor”, es el único principio originario que tenemos como humanidad y que la manifestación de este es “La Realidad”, que el ser humano viene a este mundo a perfeccionarse y evolucionar, para perfeccionar y evolucionar al todo.

Diciendo que el bien es el estar en proceso evolutivo como felicidad y buena salud y el mal como la ignorancia, el actuar defectuosamente por ende la enfermedad.

“Desde el momento mismo que dejemos en completa libertad a todo lo que nos rodea; cuando ya no sintamos el deseo de aferrar o limitar; cuando ya no esperemos nada más de nadie; cuando nuestro único pensamiento sea dar y dar, y nunca tomar, recién entonces descubriremos que nos hemos liberado de todo el mundo; nuestro cautiverio terminará y conoceremos la libertad.”

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